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Lo sagrado necesita de la luz/Para poder decirnos,/En las pausas,/Cómo es que todo está hecho de Silencio/La luz, sin lo sagrado, no podría estar presente/Cuando vemos la sonrisa inocente de algún niño…
Imágenes Internet
Poesía de Ignacio Bússani
—Exclusiva de Culturadoor.com, desde Hermosillo, Sonora, México—
Día de publicación: 18-Septiembre-2010
La circulación de la luz
I
Me pongo a buscar
En el enredo de chirridos de los grillos,
Que leen sin concierto
Las notas oscuras de la noche,
El origen de mi nombre
Y lo encuentro en un hondo cristal
Que brilla en mi conciencia
Vida tienen porque respiran
Los árboles oscuros y deformes.
Están ahí sin saber que con ansiedad los busco
Oprimidos por el peso pegajoso del vacío
Que teje con lentitud desesperante
Una red de quietud muy parecida
A las horas que no supe que existía
Se van borrando de las hojas pardas,
Del cuaderno circular donde la noche escribe,
El desgarrado silencio de los grillos
A medida de que el sol insinúa su presencia
Haciendo nacer,
Del cristal que brilla en mi conciencia,
Un bosque de pájaros y ramas
II
Idanhé salió del bosque donde habita
Para, desnuda, danzar como arbusto
Que lo mueve el viento cuando la luz,
Insegura de ser, apenas se respira
Los guerreros azorados
La vieron convertirse en liana
Buscando las alturas de los pinos
Y mojó, con su cuerpo de agua,
Los pies de todos
Que en círculo la amaban
Ondulando su pelo dispuso marcharse
De la prisión en la que los guerreros la tenían
Sólo uno se atrevió a tocarla con sus manos
Y su cuerpo se convirtió en neblina
Con la cual Idanhé tejió una capa
Y cubierta de luz
Regresó al bosque de donde había venido
III
Lo sagrado convive con la luz.
En las flores se hacen Uno
Para compartir colores y perfumes
Lo sagrado y la luz se mueven como nubes
En las tardes cuando aves y recuerdos
Buscan en donde descansar
De los ritmos que agitan los destinos
Lo sagrado necesita de la luz
Para poder decirnos,
En las pausas,
Cómo es que todo está hecho de Silencio
La luz, sin lo sagrado, no podría estar presente
Cuando vemos la sonrisa inocente de algún niño
El viajero que oficia la paz del universo
Para mirarse en un estanque se detiene,
Donde el reflejo de las formas que proyecta
Lo llevan de la mano
Al lugar donde habita lo sagrado
IV
Lo sacritud y la luz
Se unen con fervor cuando se encuentran
Brillantes los cuerpos
Se invitan a penetrar a recintos
Donde cantan los misterios de lo humano
Luego la puerta
Se cierra y, entonces, la sacritud se transforma
En ritmos y sonidos. Se parecen a las gotas
Que chocan cuando llueve
Lo sagrado y la luz crean el mundo
La sacritud sin moverse todo lo consuma
Es la luz la que escribe en el rostro del Silencio
El nombre que no puede pronunciarse
V
Reventemos, poetas, las palabras
Que nos digan el sentido original con que nacieron
Hablemos solos aunque nos digan locos
Seamos niños de nuevo cuando hablemos
Dialoguemos con ellas en los sueños
Y en los días obtusos en que nadie habla
(Porque hay días así aunque no queramos)
Colguemos las palabras al sol
Para que limpien
El polvo que tomaron
Del sendero donde la luz circula
Visitemos los lugares socorridos que utilizan las palabras,
Para reencender la luz con que nacieron,
Son los muros, las cavernas y los niños
En ellos circula como savia
Con las alas de los dioses antiguos de la Tierra
VI
El tema no tiene nombre. Es simplemente una manera de salir al exterior para explorar la simiente que en algún otro tiempo dejara abandonada.
Como lo hace el perfume que no soporta la cárcel de las flores y decide consumirse en la búsqueda inútil de la diosa que le da permiso para que busque,
sin importar que encuentre al encantador de las serpientes y lo convierta en miedo
Dedicar la noche para saber si de verdad existen las estrellas.
Estar seguro que no son invenciones que hemos hecho desde que alguna vez pusimos los pies en el polvo del cansancio de ser agua
que circula imitando la luz que sin tener quien la contemple se ha venido posando en el limo de la espera.
Saber si en el principio el cielo sólo era la cueva oscura del vacío
¿Cómo saberlo? Se preguntan todavía los fantasmas que rondan los bosques y los ríos.
Son preguntas que ya nadie de este mundo las recuerda.
Es lo mismo que le pasa a los cenzontles que imitan el canto de la vida haciéndonos creer que de ella beben las notas con las cuales fabricamos el silencio.
Si saludas mi nombre, cuando miras mis ojos que buscan las respuestas, es que son los tuyos dos estrellas ?
VII
Como madre que consuela
Fue la lluvia
Que llegó de improviso esta mañana
Como pan que sale blando del horno
(Sueño dulce con pies de luz que camina por el lodo)
La lluvia moja, pero además,
Hace gritar a los pájaros que buscan
Dónde pensar que son hojas o frutos
Del árbol que los sueña
Aclaran las dudas las gotas cuando caen
Para que las gocen con más énfasis
Las rachas de viento
Que juegan con los lados ocultos de la pena
La lluvia evoca la risa de los niños
Y el clamor de las horas que se fueron
De improviso esta mañana
—
Ignacio Bússani: Nace en Sahuaripa, Sonora, México. Profesor normalista y Lic. en Derecho. Ha publicado:
-Otro Silencio me Devora (poemario-2000)
-Democracia Fingida (novela-2002)
-Los Elegidos del sol (novela-2004)
-Transición Interrumpida (ensayo-2006)
Otros:
-Aparece en la antología de poetas sonorenses
elaborada por el escrior Alonso vidal con el título
“Poesía Sonorense Contemporánea”
-Aparecen poemas del autor en un recuento poético
elaborado por el Departamento de Letras y Lingüística
de la Universidad de Sonora