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Introducción al libro

Por Estela Leñero*

Día de publicación: 18-Abril-2008

Este libro reúne una serie de textos publicados en revistas y periódicos en la década de los noventa. Compartir la experiencia escénica y conocer el teatro que se hace en México, fue uno de los impulsos de querer escribir sobre teatro. Hice notas para diferentes medios periodísticos. Escribí para el suplemento del Uno más uno y para La Jornada semanal. Después, en El Nacional, tuve la oportunidad de escribir entrevistas largas y conocer con más detalle a los personajes entrevistados. El motivo era periodístico: informar de la cartelera que estaba en ese momento a partir de los mismos creadores.

Los artículos publicados en revistas de teatro, abarcaron otros aspectos del hecho teatral. Algunos comentan un acontecimiento teatral o simplemente lo relatan; otros reflexionan alrededor del hecho escénico o rascan en la historia de las mujeres de teatro. La variedad de artículos acumulada por tantos años dispersos, hizo difícil su organización; así que dividí el libro en cuatro capítulos según su estilo periodístico. Arranqué con entrevistas a partir de una obra en cartelera, continúe con reseñas y en el siguiente capítulo incluí ensayos y crónicas. Finalmente retomé la entrevista a personajes o a grupos de teatro, siendo ellos el punto de partida.

Huellas efímeras, corresponde a una serie de entrevistas realizadas a colegas y maestros en el teatro que nos permitieron conocer sobre sus procesos creativos, sus motivos artísticos, sus obstáculos para realizar anhelos y la mezcla de sufrimiento y placer que les dio el teatro.

En Donde los pies pasan volando se reseñan diferentes puestas en escena presentadas en nuestro país, tanto nacionales como internacionales. Obras de jóvenes teatristas u obras participantes en los Festivales de la Ciudad de México y del Cervantino. Terminé llamándolas reseñas por ser un testimonio de la experiencia de lo que existió en los escenarios y una forma más de cómo se le recuerda.

Al final de cada artículo gracias a la colaboración de Eugenia Leñero, se incluyó una ficha con la información completa de la obra y el año en que se publicó la nota. Aunque cada apartado tiene un orden cronológico, se dudó mucho si ordenarlos alfabéticamente, ya sea por autor o por título de obra.

Haciendo memoria es una recopilación de testimonios y reflexiones alrededor del fenómeno teatral. Hay artículos que reseñan diversos encuentros para analizar el teatro, la política cultural de nuestro país o un taller intensivo de improvisación. Otros especulan a partir del espacio escénico como centro de experimentación, análisis y propuesta dramática. También se incluyen partes de una investigación sobre divas, empresarias, autoras, directoras y escenógrafas del teatro mexicano, con la intención de participar en el rescate testimonial del teatro hecho por mujeres en su momento de despegue como lo fue el siglo XX.

El último capítulo, Personas/personajes, vuelve a la entrevista para hacer hablar a actrices, directores e integrantes de diferentes grupos de teatro. Son entrevistas con una forma de exposición diversa. A veces la entrevista es una nota sintética, o aglutina personajes para hablar con ellos de manera más holgada.

El texto con el que cierra el libro, escrito el año pasado, pretende encontrar razones suficientes para pensar en el espacio escénico como el punto de reunión creativo de los hacedores de teatro y el público asistente, su invitado de honor.

Aunque el teatro suceda sólo una vez, renombrarlo ayuda a que no se muera. Dar fe de lo que sucedió en un teatro, es como gritar a los cuatro vientos que el teatro sigue, que si hubieron, hay y habrá constructores de teatro; que lo que urge es reforzarlo, inyectarle vitaminas para que la tierra sea fértil y no desértica, como tantas veces la encontramos.

Interesados en el libro escribir a: mvega@correo.conaculta.gob.mx o estela@podernet.com.mx

*ESTELA LEÑERO (México 1960. Dramaturga: www.estela.dramaturgiamexicana.com)
Antropóloga de profesión y estudios especializados de teatro en España ha llevado a escena y publicado más de quince obras de teatro, entre las que se encuentran Casa llena, Habitación en blanco, Lejos del corazón, Paisaje interior norte/sur y El Codex Romanoff. Premio Nacional de la Juventud (1983), Premio Nacional Obra de Teatro Baja California (1989) Premio Nacional Víctor Hugo Rascón (2004) Premio de Periodismo 1983, entre otros. Imparte talleres de dramaturgia en el Foro Shakespeare de la ciudad de México y es columnista de teatro en el semanario Proceso.

Voces y ecos

Por: Mauricio Jiménez*

Voces de teatro en México a fin de milenio de Estela Leñero Franco es de los libros que se leen de un tirón, pues su escritura es directa, la utilización que hace de la palabra es precisa y de gran rigor, además de tener un sentido dramático que enseguida nos provoca, nos insita y nos guía por un espléndido y generoso recorrido por distintos parajes del arte teatral de nuestra variopinta república del teatro. Un libro sintético y claro, con ninguna dificultad nos tropezamos y no hay necesidad de obstinarse con alguna palabra o concepto, pues su estructura es de la mejor cepa clásica.

Estela con un conocimiento implícito logra exponer libremente su opinión sobre las distintas formas de crear el teatro. Pasa de la reseña a la entrevista, de la entrevista a la crítica, de la crítica al ensayo y del ensayo se aventura a estructurar sus afanes como creadora. Sin dejar de lado sus afectos, sus avenencias y desavenencias, al mismo tiempo logramos percibir su infatigable humor y el gran eco de su risa.

La primera parte de cuatro, la titula Huellas efímeras es una acuciosa reflexión, una comprometida serie de reseñas y entrevistas que se convierten en un mural explícito de nuestro quehacer teatral en México. A través de preguntas implícitas Estela nos entrega la síntesis de lo reseñado, aderezado con los comentarios de los responsables del hecho escénico. Así, de la manera más directa, Estela nos muestra con gran eficacia los deseos y los logros de quienes somos entrevistados. Al final, con gran precisión, enmarca en una pequeña ficha quienes participan en el montaje o experimento, así como quienes produjeron la obra en cuestión.

Con una apasionada e indiscutible acuciosidad, Estela logra revelar los pequeños relieves y bemoles de los creadores, muchas veces poniendo en evidencia nuestro deseo y comparándolo con nuestros hechos concretos, así sin necesidad, ni obligación de demostrar su opinión se vierte y es expresada en el mismo otorgamiento de la palabra al otro y en su compromiso de mostrar al otro incluso con sus propias palabras. Por eso al leer el libro nos sentimos partícipes y cómplices porque escuchamos un diálogo dramático, una lucha por contener con la palabra el pensamiento. La agudeza de dramaturga de Estela se deja ver en cada una de las reseñas y críticas al dejarnos oír de cerca, y con su singularidad a los corresponsables de las puestas en escena.

En este primer apartado Estela concluye dándonos una ficha de quienes participan en el montaje y quienes o cuales instituciones avalaron el trabajo.

Ya afianzada en su experiencia como observadora profesional; Estela en franco reto conforma con sus textos una crítica más definida e inquietante en el segundo apartado de su libro; sus aficiones por la originalidad y el desafío en el espacio, se manifiestan en sus preferencias y exaltaciones muy señaladas. Es palpable que la irreverencia, las concepciones temáticas fuertes y las miradas que transforman el espacio, la atraen sobremanera y logra hacer un discurso coherente, lógico y sintético de las obras y coreografías que para los legos serían indescifrables.

Su gran intuición y disciplina la hacen percibir con claridad cuando la vida ronda el escenario, su admiración sincera y sin reticencias para sus maestros, le ha permitido conformar una visión crítica que sin sombra de duda será una visita obligada para quienes intentemos hacer un teatro futuro. Al mismo tiempo que plasma sus agudas críticas, es capaz de desarrollar una conferencia donde asume su papel de Casandra en la mismísima ciudad de Delfos, otorgándonos con esa conferencia, un repaso a la memoria pérdida sobre las creadoras de la dramaturgia mexicana. Muchas páginas nos dejan ver la capacidad de contacto y cercanía que tiene la autora para hablarnos de su experiencia como testigo memorioso del quehacer escénico.

Rescataría un sin número de reseñas y críticas; pero me refugiaría constantemente en el apartado que denominó Haciendo memoria, pues en ese capítulo, Estela aventura un conjunto de referencias que le van a significar hasta la fecha, su cimiento y base para conservar su pasión y enjundia por una manera de vivir en esta tierra.

La estructura realista es trastocada por la imaginería del absurdo y esta forma dará obviamente un nuevo contenido. En Estela leemos que nuestro territorio de estilo y género – el tono para algunos – , es el lugar donde a ella le gusta habitar y logramos aproximarnos a estas formas eclécticas y a esta convergencia de discursos a través de una palabra atemperada y con la difícil gracia de la precisión, así, con esa palabra que ella sabe conducir por el laberinto beckettiano, también es capaz de provocarnos un llanto silencioso y entrañable con la memoria que hace de uno de los nuestros Jesús González Dávila.

Una paciente y entregada visita a otras partes del mundo, la hacen acentuar su mirada sobre un teatro que distingue el aburrimiento y la vida, al mismo tiempo en su libro de fin de milenio, con Estela podemos viajar confiados de que eso que ella reseña y critica ha sido meticulosamente observado y trasladado a una fina urdimbre del leguaje hablado.

Me impresiona que su capacidad de escritura tenga tal eficacia, que a quince años, el más viejo de los artículos, gracias a una estructura clásica, conservará vigencia.

No puedo dejar de mencionar una obviedad: al exponer sus críticas y sus entrevistas uno es movido y provocado a tomar posición frente al hecho observado y uno nunca sale ileso, siempre te ves afectado, y cuando hay indiferencia ante lo escrito, esa indiferencia es obviamente fingida, sólo una mirada y un entrenamiento tan agudo de la crítica, puede movernos a la discusión, este libro tendría que ser un texto obligado, no sólo para el periodismo cultural ni para los que hacemos el teatro, sino como una memoria viva de los que nos sentimos parte de este territorio llamado México.

Casi al finalizar el libro con la misma energía y desenfado crea una pequeña ficción teórico-realista, de los distintos elementos que conforman la base del teatro: palabra, acción, actores, directores y autores, al dejar escuchar todas las voces, sin dejar el humor de lado. Estela conforma una voz: su voz plural, en ella somos nosotros, nosotros somos en ella, sí, estoy seguro, este libro no es una Estela, es un legado.

*Mauricio Jiménez, director y dramaturgo mexicano, con una larga trayectoria en el teatro experimental y profesional.


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