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POESÍA
Por Leo Cervantes
GOTA DE AGUA
Gota de agua cristalina,
tú reflejas
las miradas
diamantinas
de los cielos
que me embriagan.
Tú que habitas
en los llanos
tú que duermes
en los ríos
tú que formas
el encaje
que se engendra
en el rocío…
Tú que escuchas
los acordes
de una eternal
sintonía,
desgajados
como pétalos
rozar
el nuevo día…
Tú que sabes
de tristezas
tú que sabes
de alegrías,
refrigera la esperanza
de mi inquieta
melodía…
Gota de agua:
eres beso
eres lágrima
que escapas
de una faz enamorada…
Eres perla
desgajada
de la eternal
melodía.
OJOS DE DIOS
Me miraste
y fue como el rocío de una mañana
tu mirada de luz
para mi alma.
Y en tus negras pupilas,
profundas, como estrellas apartadas,
me perdí sin retorno por la senda
del amor
¡sin murallas!
Me miraste y te amé, porque tus ojos
calladamente aman,
y en tus ojos divinamente dulces
adiviné tu alma…
NIEVA
Nieva… Nieva… Los jazmines
de la nieve deshojándose allá afuera.
Una paloma duerme en la pradera
cual un sueño de castos serafines.
Nieva… Nieva… En los confines
del corazón la muerte nos espera,
como la nieve es fría y hechicera
en el lívido albor de sus jardines…
Nieva… Nieva… Y la dulzura
de la nieve como una brisa pura
el corazón me llena de rumores.
Rumores de tus pasos, muerte amada
que espero, como en mayo la parvada
más grande de ruiseñores…
EL DOLOR
Oh martirio del alma tan fecundo
cómo fluye la sangre ¡gota a gota!
Quien mira el exterior jamás lo nota
es velado secreto para el mundo.
El dolor como Fidias sin Segundo
con fuerza pertinaz que no se agota,
trabaja conformado el alma rota
con la imagen del Cristo moribundo.
Si acaso el corazón huyendo deja,
por torcidos caminos, su sendero,
le vuelve a reintegrar la dulce queja
del divino Maestro que lo llama
al decirle, clavado en el madero:
“Contempla mi dolor… así se ama.”
PRIMAVERA
Juventud vigorosa de la tierra
milenaria,
grito de juventud potente y franco
¡con sabor a nostalgia!
La hermana primavera
con su mano fecundamente larga
va repartiendo vida
en transparencias vírgenes de savia
y en su labor prolífica,
pródiga de su alma,
es en su juventud fruto escondido
porque la juventud es esperanza…
LLEGASTE TÚ
Esperaba a la vera del camino,
pero nadie pasaba en muchos días.
“Quizá pasen de noche”, yo me dije, y me quede a velar con las estrellas.
Tampoco tú pasabas
y te oi ensayar tus melodías,
y te sentí como una humedad dulce
bajar de las estrellas.
Mas tú llegaste, y tuve miedo;
me escondí tras un árbol.
Tú me asías tiernamente la mano
y me llevabas por una dulce eternidad
de estrellas.
ADIÓS
Ensoñación del triste peregrino,
el dulce oasis de una tarde…
Rosas encontré en un paraje del camino,
de ardiente caridad, las más hermosas.
Pero el reloj de Dios marcó la hora.
Busca mi alma en el doliente cielo
la blanca estrella que, con luz de aurora,
me hace llorar,
mientras me invita al vuelo.
Para mi herido corazón viajero,
para mi anhelo inmenso de volar
un cantar yo quisiera y un sendero.
Para el oasis que me dio un hogar
y al que vengo a decir mi adiós postrero.
Un cariño profundo como el mar…
Contacte a Leo Cervantes. E-mail: leocadioc@netscape.net
Es autor de varias obras, entre “Los Alabados”, “Las Marías de xico”, “Raíces del periodismo hispano.” Más información en: www.orbispress.com.
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