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PRESENCIA
Un Cuento
Por David Alberto Muñoz
—¿Es ético ver películas pornográficas?
—¿Qué me dicen de la masturbación?
—¿Por qué tales imágenes parecen excitar a los seres humanos, sobre todo a los hombres?
—Espérame, no todas las escenas tiene el mismo efecto.
—¿Cómo?
—A mí no me gusta ver nada más viejas encueradas. Me gusta una historia y un contexto. ¿Sí me entiendes?
El profesor de ética recordaba que hace apenas unos días había estado hablando en una de sus clases sobre la prostitución, la homosexualidad y el lesbianismo, aspectos que suelen causar bastante discusión y además, hacer que mucha gente esté muy incomoda.
—Tuvimos la oportunidad de ver un video titulado: Death of a Porn Queen (Muerte de una reina del porno), grabado por la estación PBS en el año de 1987. Es un documental sobre una joven muchacha proveniente de un pequeño pueblo del estado de Minnesota, que se aventuró junto con su novio en dirección a la tierra de Hollywood, y por azares del destino, cayó dentro de las drogas y el negocio de la pornografía.
—¿Y eso qué tiene de nuevo?
—No es que sea algo nuevo. Lo interesante de este asunto no es en sí el hablar de estos temas que para ciertas personas pueden ser tabú, sino que al hacer una investigación más extensa sobre los programas de estudio que se instruyen en nuestras universidades actualmente, descubrimos que en la universidad estatal de Nueva York, hay una clase sobre el Cyberporn. Las tareas de una cátedra de antropología sobre el subconsciente humano, incluyen la discusión sobre dibujos animados del Japón hechos para adultos. En la universidad de California en San Diego, estudiantes subgraduados pueden tomar: El acto sexual dentro del cine, y es requerido que vean películas como Showgirls e incluso el famoso filme: Deep Throat. Hay clases a nivel graduado sobre la obscenidad, cuyos textos pueden incluir Hustler o Playboy.
—¡No manches!
—Pues sí mancho. El punto de discusión entre los profesores de universidad parece ser que algunos consideran que no es necesario mostrarles el porno a los estudiantes, se puede hablar al respecto sin que el muchacho sea expuesto a tales creaciones culturales.
—Yo escuché que Paul Abramson de UCLA considera innecesario el hecho de que los estudiantes vean en pantalla a parejas copulando para poder entender la pornografía.
—Pues yo sé que existen eruditos como Linda Williams, profesora de cine en Berkeley, que dice que es necesario mostrar aquello de lo que se está hablando. Dice que ella es una crítica de la pornografía. Que no está tratando de enseñarle a la gente a que la acepte. Simplemente al igual que cualquier tradición cultural tenemos que tomarla en serio. Y debemos de adquirir ciertas herramientas teóricas para lograr entender su función dentro de nuestra sociedad. Williams incluye en su materia lecturas sobre Freud, Foucault e incluso el trabajo de Rabelais, para de alguna forma lograr explorar cómo las películas porno examinan el deseo humano, y además, intentan descifrar un área un tanto oscura respecto a la psicología humana.
—¿Saben? Cuando realizo una encuesta dentro de mis clases sobre cuantos estudiantes han visto una película porno, descubro que es más de un 75%; considerando que trabajo dentro de una comunidad altamente conservadora, resulta increíble el ver la forma en que la nueva generación ya está cambiando las actitudes hacia ciertas manifestaciones culturales que hace más de 30 años pudiesen haber sido consideradas enfermizas. Parece ser que obviamente las nuevas proles tienen otro concepto respecto a la pornografía. He llegado a tener estudiantes que trabajan de bailarinas exóticas en algún Table Dance. ¡Chamaquitas entre los 18 y 22 años! Y hasta les he llegado a preguntar la dirección del lugar dónde laboran. Nada más para saber no vayan a pensar mal. Y lo más curioso del asunto, es que no se sienten avergonzadas en lo más mínimo. Al contrario, la actitud por regla general es el ver su ocupación como una forma de lograr hacer dinero, un “trabajo”, en toda la extensión de la palabra. Igualmente, me resulta casi inconcebible el ver cómo la juventud recomienda tal profesión.
—Yo te puedo conseguir trabajo ahí.
—¿De veras?
—¡Claro! Lo importante es que sepas tratar a los hombres y que no tengas miedo.
—¿Y cuánto puedes ganar?
—Hasta $500.00 dólares diarios.
—¿En serio?
—Me cae.
—¿Oye? Entonces la pregunta parece ser: ¿Se está destruyendo los valores morales? ¿Hemos entrado a una nueva era dónde la ética es distinta? ¿Ha cambiado la sociedad en los últimos veinte años? ¿Qué está pasando?
—Mire profesor, para responder a cada una de esas preguntas, es necesario descansar en la perspectiva personal del individuo. Si nuestra ideología es de derecha, muy probablemente tendremos la tendencia a tachar de pecado no sólo el negocio de la pornografía, sino también a todo aquel que participe en la misma. Si provenimos de un ala izquierdista, existe la posibilidad que tengamos más consideraciones con un aspecto realmente común de la existencia humana. Aunque claro, hay conservadores liberales y liberales conservadores… Estamos hablando del negocio más antiguo del planeta.
—Jean Paul Sartre expresó en cierta ocasión: “El hombre es una pasión inútil”. Y Macbeth pronuncia en uno de los monólogos más recordados: “Life is a tale told by an idiot, signifying nothing”. El ser humano no tiene otro remedio más que el moverse por las arterias de su propia existencia. Debemos de aceptar los cambios que nuestra sociedad está produciendo. Nos guste o no, la vida humana parece proseguir su inexplicable destino sin pedirnos permiso. Es necesario reconocer nuestras deficiencias e intentar seguir mejorando. Si en la actualidad alguien logra sacar un doctorado en pornografía, pues así es la cosa, ni hablar.
—Así van a lograr que los estudiantes vayan a clases.
—Díganmelo a mí, las actitudes ante el porno han cambiado definitivamente. Para bien o para mal ya existe una mudanza entre la percepción juvenil y la de antaño. El debate ético continuará por generaciones. Habrá esos que juzguen y aquellos que acepten. Existirán primicias de ambos lados del argumento. Disputarán los “buenos” contra los “malos”. Y al final de cuentas, la humanidad se encontrará así misma descansando en el hecho de pensar que realmente está viva.
—Ni modo, así es la cosa.
—Por lo demás… hay que empezar a enseñar Pornografía 101.
El profesor de ética cerró su libro junto con su oficina, y decidió irse al Table Dance más cercano, simplemente para seguir con su investigación.
© David Alberto Muñoz
Por: Cristian miranda en Mar 13, 2014
Kiero una chava linda…
Cristian miranda
Critiannestuardo@hotmail.com