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ARTES ESCÉNICAS
Del 19 al 29 de abril se celebra en Hermosillo la vigésima edición de la muestra internacional “Un desierto para la danza”, evento anual que reúne lo mejor de la danza contemporánea
Poly Coronel, directora del Instituto Sonorense de Cultura (ISC), durante la inauguración del evento. Imágenes: Edith Cota, Miguel Galaz / Cortesía ISC
Por Alejandra Meza
www.latumbafalsa.blogspot.mx y www.alejandra-meza.blogspot.mx
—Desde Hermosillo, Sonora, exclusiva de Culturadoor.com—
Día de publicación: 20-Abril-2012
El desierto florece de danza cada abril. La tradición que inició en 1993 con la primera muestra internacional Un desierto para la Danza llega este año a su vigésima edición, consolidando a Hermosillo como parada obligatoria para los intérpretes que transitan hacia el prestigio regional, nacional e internacional.
Lo dice la coordinadora nacional de danza (Conaculta – INBA), Carmen Bojórquez, durante la inauguración: “El trabajo permanente de la danza en Hermosillo nutre al festival y al movimiento de la danza en Sonora, que actualmente es el más dinámico y vigente del país”.
Las palabras oficiales inauguran el programa y al escenario los bailarines Evoé Sotelo y Benito González, compañeros de vida y de arte, incondicionales de la investigación y la interpretación con los cuerpos y creadores de Quiatora Monorriel, compañía que en esta edición funge de anfitrión y celebra sus dos primeras décadas.
Vestidos de luz y humo, envueltos en música y vestuario, músculos y esqueletos están dispuestos para que los Quiatora Monorriel interpreten la coreografía titulada Asunto Latente.
Desconcierto, confusión, miedo… una carcajada enigmática y ambigua…los movimientos de Evoé y Benito van transformando el escenario en una caja de sueños puesta para ser interpretada por el público.
Si los que están en escena son de carne y hueso o seres imaginarios, si lo que ocurre es una coreografía o una alucinación, si la danza está en el escenario, en sus mentes o afuera, en la ciudad que rodea al teatro, le toca al espectador decidir cuál es ese asunto latente en el número ejecutado por Quiatora Monorriel. Se vale la heterogeneidad de valoraciones, que, al fin de cuentas, uno de los propósitos de los festivales de danza es estimular el consumo crítico del arte.
Frutos del desierto
“Un desierto para la danza” ha sido cuna y catapulta de connotados bailarines y compañías que han ganado para Sonora seis premios nacionales de danza, presume Poly Coronel Gándara, directora del Instituto Sonorense de Cultura (ISC), durante la inauguración del evento.
Menciona como ejemplos e incita el aplauso para Miguel Mancillas y su grupo Antares que cumple 25 años; Adriana Castaños y La lágrima (15 años); David Barrón; Manuel Ballesteros; Aldo Siles.
Sin olvidar, y desde el público surge el recordatorio, a Beatriz Juvera, pieza fundamental para el nacimiento del “Desierto” y, junto con Martha Bracho, una de las precursoras de la danza contemporánea en Sonora.
El trabajo de ellos y otros artistas ha contribuido al prestigio internacional alcanzado por el festival, pero también a la gestación y desarrollo de un mercado de sonorenses que ya piden y consumen danza.
Este año serán 11 días de bailar en el desierto. Catorce compañías de México, Chile, Canadá, Estados Unidos y Australia están programadas para ejecutar sus piezas en esta vigésima muestra internacional “Un desierto para la danza”, teniendo como marco la Casa de la Cultura y espacios abierto del centro histórico de Hermosillo. El “Desierto” está dispuesto a vibrar.
Más información en:
www.undesiertoparaladanza.gob.mx
Quiatora Monorriel, grupo anfitrión