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Aunque la moda de los tatuajes ha ido en aumento, y también la tolerancia social hacia ellos, tatuarse, según Estrada es todavía un desafío, mismo que resume en las palabras “no se preocupe, a mis tatuajes no les gusta usted…”.
REPORTAJE/CULTURANEWS
Fotos de la autora y de Adam Aone Tatt Estrada.
María Dolores Bolívar
mariadoloresbolivar.com
director@olasciviles.com
—Desde San Deigo, California, exclusiva de Culturadoor.com.—
Día de publicación: 20- Septiembre-2015
Adam Aone Tatt Estrada se considera a sí mismo artista y diseñador de sus propios tatuajes, pero es también calígrafo, y se mantiene con un ojo para la moda que él mismo representa, mezcla de Trash Metal con Goth y Suicidal Rockabilia.
Estrada tiene muchísimos tatuajes, tal vez tantos como le caben en el cuerpo.
Uno de los más llamativos es el que lleva sobre la piel que cubre el lado derecho de su cráneo, en un espacio que termina en la línea de su altísimo Mohawk. Parece un arma, pero Adam aclara que no lo es. Se trata, en cambio, del instrumento que representa su fuente de trabajo y que lleva también colgado en una cadena, al cuello.
“Me llamó la atención”, dice Adam. “Tiene algo de las herramientas con las que me imagino que operaban los cráneos mis antepasados mayas”. Estrada muestra orgullo por su herencia cultural y pese a su juventud, hace referencias a la historia de México, aquí y allá, en la conversación.
La maquinilla que lleva tatuada en la cabeza es una especie de taladro que administra, mediante vibraciones, el uso de las agujas con las que se introduce la tinta bajo la epidermis o capa exterior de la piel, a un máximo de 2 milímetros de la dermis. Los colores utilizados, según explica Estrada, son pigmentos que se introducen con la ayuda de agujas desechables.
Estrada, residente de Moreno Valley, se autodefine como empleado por cuenta propia y contribuye sus creaciones y su fuerza de trabajo a dos estudios de tatuajes y perforaciones, Trivium e Ink House Tattoo Company. “La mayor parte de gente que viene por primera vez llega a hacerse una perforación y ya luego se anima con un tatuaje”, cuenta Adam.
El motivo predominante en el catálogo que Adam lleva en el cuerpo es la muerte. Con gran detalle Estrada relata en qué consiste una escultura o una representación en tercera dimensión de una calavera rodeada de una serpiente y eso le da pretexto para describir otros cráneos humanos que tiene distribuidos en todo su cuerpo, sobre todo en la piel de la cabeza, la espalda y los brazos.
“La muerte es lo inevitable. No podemos dejar de entenderla como eso hacia donde nos dirigimos todos”. Y con una sonrisa da vida a la pequeña marca de un alacrán que usa Estrada cerca del ojo izquierdo, junto a una perforación en la que luce un pequeño arete de color rojo.
Y al tono solemne con que describe la inevitabilidad de la muerte siguen las descripciones detalladas y anecdóticas de cada uno de sus tatuajes, como el que dice escueto en inglés Property of Vanessa (propiedad de Vanessa).
Adam es también calígrafo. En sus brazos luce muestras de letras diseñadas por él y la muestra con orgullo. Una de las más visibles dice California.
Al preguntársele si asesora a sus clientes respecto de los tatuajes que pone, Estrada dice que no. “La mayoría de gente ya sabe lo que quiere”.
El puesto de Adam se distribuye sobre un cuadrado del tamaño de la sábana donde exhibe su mercancía, pero el verdadero escaparate es él mismo, sus brazos su rostro, su cabeza, sus manos.
Muchísimas personas quieren nombres o palabras, poemas o canciones que son importantes para ellos. Con gran precisión Estrada ve convertida la piel a tatuar en una hoja en blanco o la tela sobre la cual contar una historia.
El mercado de los tatuajes ha aumentado y también varían los precios. “Cada tatuaje es diferente”, asegura Estrada, quien no da precios pues depende de muchas cosas lo que se lleve, en tiempo, realizar un tatuaje.” Algunas de esas consideraciones, según explica Estrada son color, diseño o complicaciones relativas al punto del cuerpo en el que se coloca esta forma de arte post milenio.
Al respecto, internet puede ser una fuente de información y también los talleres de tatuajes, donde por teléfono no se ofrecen precios y cada transacción se lleva a cabo directamente, en consulta con el interesado. Según Estrada, los precios varían desde 50 hasta miles de dólares.
Aunque la moda de los tatuajes ha ido en aumento, y también la tolerancia social hacia ellos, tatuarse, según Estrada es todavía un desafío, mismo que resume en las palabras “no se preocupe, a mis tatuajes no les gusta usted…”.
Tanto los tatuajes como el estilo de Adam Aone Tatt Estrada forman parte de una moda que parece uniformar a los jóvenes. Sin embargo, Estrada parece único y deja a quien se acerca a sus diseños y tatuajes convencido de que no hay otro como él: es la misma sensación que deja la interpretación de íconos populares como Marilyn Monroe o las gráficas de Beautiful Disaster.
La moda y los afanes de Adam Aone Tatt Estrada ocupan cada vez más la atención del público general. Este año, la refresquera Coca Cola lanzó su campaña ofreciendo tatuajes temporales, autoadhesivos con apellidos hispanos y, en Nueva York, la prestigiada galería de arte Christie ofreció a sus invitados tatuajes temporales con diseños de arte, según informó el diario de tiraje nacional, New York Times.
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