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En Háblame a tu regreso, Murrieta nos presenta un mapa de la inmigración, de la soledad, del compromiso y de la esperanza… Murrieta ha recorrido diversas rutas de la escritura (como poeta, narrador, periodista y catedrático) y ha visitado numerosos países (en sus “poecrónicas” han quedado reflejados tres continentes); su versatilidad y destreza nos permiten abordar esta novela de varias maneras: como una lista para el universitario que quiere estudiar en el extranjero; como advertencia a los estudiantes foráneos, para que estén al alba, o como prueba de que, con dedicación, uno puede lograr sus objetivos…
El autor Manuel Murrieta con estudiantes que han utilizado Háblame a tu regreso como libro de texto.
Imágenes: archivo de Culturadoor.com
ARTÍCULO
El presente artículo es el prólogo que el poeta, narrador y académico Jorge Hernández, escribió para la segunda edición de la novela Háblame a tu regreso de Manuel Murrieta Saldívar. Se reproduce aquí en exclusiva con la autorización de los autores. Ficha bibliográfica: Manuel Murrieta Saldívar. Háblame a tu regreso. Novela. 2da. Edición. 112 páginas. El BeiSMan Press. Chicago, Illinois, USA. 2016. ISBN: 1523480912.
Hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo
Silvio Rodríguez
Por Jorge Hernández
—Exclusiva para Culturadoor.com, desde Chicago, Illinois—
Día de publicación: 16- Septiembre- 2017
Todo recuento de la experiencia inmigrante es fragmentario. Más bien, todo recuento de la experiencia humana es fragmentario. Cada recuerdo es un trozo incompleto de la realidad (si es que la realidad existe más allá de concepto filosófico). Se necesita un guía para reunir los jirones de memoria, hacer un mosaico del pasado y así tratar de entenderlo, de desentrañar cómo hemos llegado a ser éstos que somos ahora.
En Háblame a tu regreso, el autor Manuel Murrieta nos presenta un mapa de la inmigración, de la soledad, del compromiso y de la esperanza. Murrieta utiliza una voz antigua para crear una especie de diálogo interno a través del cual recorre las experiencias de un joven. El protagonista es un muchacho de Sonora (estado del norte de México) y su historia es poco común: él quiere emigrar a otro país para estudiar una carrera universitaria. Su sueño es educarse en un lugar donde pueda abrir las puertas del mundo. Este trampolín es una universidad del extranjero pero ¿cuál? ¿dónde? ¿y cómo? Eso, precisamente eso: ¿cómo? ¿Cómo reunir papeleo, certificaciones y dinero para cumplir los requisitos de las instituciones educativas? Y, ¿vale la pena dejar la comodidad de lo conocido por la apuesta de una ilusión? La voz que nos guía describe, pregunta, alienta y el otro que era yo responde, cuestiona, duda. El narrador me habla directamente a mí y mi memoria contesta. A cada paso hay un impulso y un titubeo, en cada decisión el ying y el yang, en cada futuro nos saluda de lejos el scholar y el burger flipper. La voz señala que “Sí se puede” pero uno recuerda que ya fallamos varias tandas de penales.
Antonio Machado dice que cada camino es un surco de azar, mi mamá le revira “La suerte se construye”. Hay que ponerle imaginación mexicana, picardía latina, creatividad sonorense para solicitar admisión a la universidad que seleccionaste. ¡Arriba Imperio! Vamos a provocar un milagro, total, lo peor que te pueden decir es “No”. Pero me dicen que sí, que me aceptan. Agarro mis cosas y emigro… y llegando descubro que la felicidad duele. No es que me hayan cambiado la jugada (no me dieron gato por liebre, no me hicieron de chivo los tamales, ni me picaron los ojos); yo venía a estudiar pero nadie me dijo lo que me esperaba acá. Sabía que tendría poco dinero y muchos libros por leer, un pequeño cuarto para vivir y unas carreteras enormes para regresarme a México.
La voz nos acompaña a través de derroches, desgastes y olvidos instantáneos. Nos presenta el miedo, la incomunicación y la búsqueda del inmigrante en general, y le agrega la carga de los libros, los term papers y los académicos de papel. El futuro se puede esfumar si pierdes tu visa de estudiante (por fallar en las clases, por enfermedad o por trabajar en empleos no autorizados). El presente sacude duro, uno tiene que aplicar mecanismos de defensa para lidiar con el rechazo y la discriminación. No hay amigos; buscas comunicación con otros inmigrantes, contacto humano con personas que, a veces, se olvidan al instante. Celebras los holidays solo. Quizá llamas a tu tierra para ver cómo van las cosas allá. Todo igual. Y para acabarla de acabar, la falta de dinero; hay que buscar un trabajito extra para vivir mejor, o para sobrevivir menos mal, aunque sea cepillándole los dientes al monstruo capitalista. Pasar de intelectual a empleado de hamburguesería cala en el autoestima, ¿qué hace uno? ¿lo trata como un episodio pasajero? ¿come orgullo?
Cambiar de estatus es un bastonazo muy fuerte pero también lo es la soledad. En general, el inmigrante que viene a estudiar en serio a Estados Unidos se aísla para investigar, para escribir, para educarse con tal de terminar la carrera y regresar a su país; pero, a veces, la meta se mueve del lugar original y la perseguimos tratando de escalar la torre de marfil, donde, a más altura hay menos compañeros. Hasta que nos quedamos, ahora sí, finalmente, solos, apenas un fragmento de la experiencia inmigrante del que pocos hablan y del que casi nadie escribe.
Murrieta ha recorrido diversas rutas de la escritura (como poeta, narrador, periodista y catedrático) y ha visitado numerosos países (en sus poecrónicas han quedado reflejados tres continentes); su versatilidad y destreza nos permiten abordar esta novela de varias maneras: como una lista para el universitario que quiere estudiar en el extranjero; como advertencia a los estudiantes foráneos, para que estén al alba, o como prueba de que, con dedicación, uno puede lograr sus objetivos. Pero, para quienes ya recorrimos aulas muy lejanas a nuestra patria y dejamos en ellas nuestros años, nuestra vista y nuestro cabello con tal de obtener un diploma, es un recuento de lo que ganamos y de lo que perdimos en el proceso y es una confesión en voz alta del dolor de… tantas cosas, y del coraje y de la alegría por muchas otras.
Como nos pide la voz de Manuel, unos regresaremos a nuestras familias y les contaremos de nuestro viaje, la versión más cercana a la realidad, pero otros, al leer Háblame a tu regreso, buscaremos en el espejo una sonrisa parecida a la que traíamos cuando llegamos.
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