Día de Publicación:
|
Enviar a:
|
Un cronista, en algún momento de su oficio, se separa del suyo y se enfrenta al del extranjero—tradición que en México proviene desde las cartas de Cortés y de la crónica de Díaz del Castillo. Al ingresar al espacio del Otro, se le presenta al cronista un reto extraordinario: registrar lo nuevo, lo desconocido…
ENSAYO
Por Manuel Murrieta Saldívar
California State University-Stanislaus
—Especial de Culturadoor.com—
Día de publicación: 05-Junio-2008
El cronista está condenado a referirse a un espacio físico, concreto y tridimensional, en el cual no sólo observa y registra sino además vive y se forma ideológicamente. A diferencia de los autores de ficción no obligados a construir espacios narrativos con una referencialidad comprobable, el cronista revela con precisión su tiempo y su espacio. La condición sine qua non de este género es el “estar ahí”, ser testigo, de lo contrario la crónica no se produce; “decirlo es verlo”, sentencia al respecto José Martí (en González, La crónica 88).
He titulado este ensayo en plural porque aquí considero no solamente a cronistas que utilizan como referente a su “espacio familiar”, como lo llama Edward Said, sino también a los que se transportan al “espacio de los Otros”. Un cronista, en algún momento de su oficio, se separa del suyo y se enfrenta al del extranjero—tradición que en México proviene desde las cartas de Cortés y de la crónica de Díaz del Castillo. Al ingresar al espacio del Otro, se le presenta al cronista un reto extraordinario: registrar lo nuevo, lo desconocido. En este proceso, influye su formación ideológica construida en el espacio familiar.
TEXTO COMPLETO, PAGINAS, 53-55, REVISTA UNIVERSIDAD DE SONORA, # 21, ABRIL-JUNIO 2008
http://www.uson.mx/medios_informativos/revista_universidad/contenido_n21.pdf
PORTADA
http://www.uson.mx/medios_informativos/revista_universidad/portada_n21.pdf